domingo, 19 de mayo de 2013
PRINCIPIOS FILOSÓFICOS DE LA EDUCACIÓN VENEZOLANA
EDUCACIÓN PARTICIPATIVA.
Es hacer investigaciones o realizar actividades donde debas participar, sumergirte en la problemática de la población que visitas, así como hacer interactuar a los demás, es participar y sumergirte en lo que estudias, investigas, realizas y siempre y cuando soluciones problemas.
DEMOCRACIA
Es una forma de organización social que atribuye la titularidad del poder al conjunto de la sociedad. En sentido estricto, la democracia es una forma de organización del Estado en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus representantes. En sentido amplio, democracia es una forma de convivencia social en la que los miembros son libres e iguales y las relaciones sociales se establecen de acuerdo a mecanismos contractuales.
La democracia se define también a partir de la clásica clasificación de las formas de gobierno realizada por Platón, primero, y Aristóteles, después, en tres tipos básicos: monarquía (gobierno de uno), aristocracia (gobierno «de los mejores» para Platón, «de los menos», para Aristóteles), democracia (gobierno «de la multitud» para Platón y «de los más», para Aristóteles).1
Hay democracia directa cuando la decisión es adoptada directamente por los miembros del pueblo. Hay democracia indirecta o representativa cuando la decisión es adoptada por personas reconocidas por el pueblo como sus representantes. Por último, hay democracia participativa cuando se aplica un modelo político que facilita a los ciudadanos su capacidad de asociarse y organizarse de tal modo que puedan ejercer una influencia directa en las decisiones públicas o cuando se facilita a la ciudadanía amplios mecanismos plebiscitarios. Estas tres formas no son excluyentes y suelen integrarse como mecanismos complementa.
DEMOCRACIA PROTAGÓNICA
Por:
Marino Alvarado
Resultan contradictorias con el propósito de construir una democracia participativa y protagónica las normas que apuntan tanto a criminalizar la protesta como la opinión crítica. El protagonismo de la población implica la posibilidad de exigir sus derechos usando los medios que le concede la Constitución, entre ellos la movilización pacífica, la huelga y la concentración. Implica la posibilidad de cuestionar los poderes públicos, de denunciar la ineficiencia, la burocracia, la corrupción, las violaciones a los derechos humanos. El protagonismo implica criticar, cuestionar y proponer.
Un conjunto de normas recientemente promulgadas e iniciativas de ley en curso, además de ser inconstitucionales, atentan contra el protagonismo y por ende limitan las posibilidades del fortalecimiento de la democracia. La Ley de Defensa Popular contra el Acaparamiento, el Boicot en sus artículos 24 y 25, y la Ley que regula al Indepabis en sus artículos 139 y 141, eliminan prácticamente la posibilidad de que los trabajadores puedan realizar paros y huelgas, con lo cual se les debilita la capacidad de enfrentar la explotación y abuso de los patronos públicos y privados. La propuesta de ley de delitos mediáticos aupada por la Fiscal General, que coloca en riesgo a cualquier dirigente social de terminar en una cárcel porque denuncie a funcionarios ineficientes o corruptos, informe sobre abusos policiales o se atreva a convocar a la protesta social, atenta contra la opinión colectiva o individual crítica y favorece la corrupción e impunidad.
La construcción de una democracia participativa y protagónica debe garantizar la más amplia libertad de expresión y de acceso a la información pública. Debe estimular el sentido crítico y cuestionador de las personas y de los colectivos organizados, para que sean capaces de denunciar lo que marcha mal y a su vez poder presentar sus propuestas. Una democracia participativa debe facilitar el cuestionamiento a quienes actúan de manera contraria a la ética del servidor público, debe estimular que se denuncien hechos de corrupción.
Pero cuando se considera delito porque afecta a las instituciones o al sistema democrático señalar con nombre y apellido a los corruptos, cuando se considera delito porque promueve intranquilidad pública denunciar a policías que a diestra y siniestra le quitan la vida a cientos de personas en las barriadas del país o se considera delito porque afecta la seguridad de la nación denunciar los abusos de la fuerza armada en las fronteras del país, entonces tales normas se constituyen en una camisa de fuerza para ejercer el protagonismo y desarrollar una democracia participativa.
RESPONSABILIDAD SOCIAL
La responsabilidad social es un término que se refiere a la carga, compromiso u obligación que los miembros de una sociedad -ya sea como individuos o como miembros de algún grupo- tienen, tanto entre sí como para la sociedad en su conjunto. El concepto introduce una valoración -positiva o negativa- al impacto que una decisión tiene en la sociedad. Esa valorización puede ser tanto ética como legal, etc. Generalmente se considera que la responsabilidad social se diferencia de la responsabilidad política porque no se limita a la valoración del ejercicio del poder a través de una autoridad estatal.
“La responsabilidad social es la teoría ética o ideológica que una entidad ya sea un gobierno, corporación, organización o individuo tiene una responsabilidad hacia la sociedad. Esta responsabilidad puede ser “negativa”, significando que hay responsabilidad de abstenerse de actuar (actitud de “abstención”) o puede ser “positiva”, significando que hay una responsabilidad de actuar.
IGUALDAD Y EDUCACIÓN.
La educación es un derecho humano fundamental, y es inherente a todos los niños y niñas. Es crucial para nuestro desarrollo como individuos y de la sociedad, y contribuye a sentar los cimientos para un futuro fructífero y productivo. Velando por que los niños y niñas tengan acceso a una educación de calidad, basada en los derechos fundamentales y en la igualdad entre los géneros, estamos creando una onda expansiva de oportunidades que incidirá en las generaciones venideras.
La educación contribuye a mejorar la vida y a erradicar el círculo vicioso de la pobreza y la enfermedad, allanando el terreno para un desarrollo sostenible. A través de una educación básica de calidad, los niños y niñas adquieren el conocimiento y las aptitudes necesarios para adoptar formas de vida saludables, protegerse del VIH/SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual, y asumir un papel activo en la toma de decisiones de índole social, económica y política a medida que transitan desde la adolescencia a la edad adulta. Los adultos que han recibido una formación suelen tener menos descendencia, están más informados acerca de las prácticas óptimas para criar a su progenie y se preocupan de que sus hijos e hijas comiencen la escuela a su debido momento y de que estén preparados para aprender.
Además, un método educativo basado en los derechos fundamentales puede abordar algunas de las desigualdades más arraigadas en la sociedad, debido a las cuales millones de menores de edad, en especial niñas, se ven condenados a una vida desprovista de una educación de calidad, y en consecuencia, a una vida de oportunidades perdidas.
UNICEF trabaja incesantemente con el fin de asegurar que todos los niños y niñas -con independencia de su género, etnicidad, su entorno y circunstancias socioeconómicas- tengan acceso a una educación de calidad. Nuestro objetivo primordial es lograr la igualdad entre los géneros y eliminar las disparidades de todo tipo. Nuestros innovadores programas e iniciativas van dirigidos a esos niños y niñas de todo el mundo que se hallan en situación de desventaja: los excluidos, los vulnerables y aquellos a quienes nadie ve.
Colaboramos con una amplia variedad de aliados a escala local, nacional e internacional al objeto de alcanzar las metas relativas a la educación y la igualdad entre los géneros previstas en la Declaración del Milenio 6 y en la Declaración sobre Educación para Todos, y de generar los cambios estructurales básicos necesarios para conquistar la justicia social y la igualdad para todos.
En el mundo hay demasiados niños y niñas desescolarizados o que reciben una educación intermitente o deficiente. Cada uno de estos niños y niñas tiene un sueño que quizás no se cumpla nunca y un potencial que quizás jamás se desarrolle. Garantizando que todos los niños y niñas tienen acceso a una educación de calidad sentamos los cimientos para el desarrollo, la transformación, la innovación, la oportunidad y la igualdad.
Sea en tiempos de crisis o de paz, en las ciudades o en aldeas remotas, nuestros esfuerzos se consagran a la consecución de un objetivo fundamental y de carácter no negociable: una educación de calidad para todos.
DESARROLLO SOCIO-POLÍTICO Y ECONÓMICO.
El desarrollo económico se puede definir como la capacidad de países o regiones para crear riqueza a fin de promover y mantener la prosperidad o bienestar económico y social de sus habitantes. Podría pensarse al desarrollo económico como el resultado de los saltos cualitativos dentro de un sistema económico facilitado por tasas de crecimiento que se han mantenido altas en el tiempo y que han permitido mantener procesos de acumulación del capital. Evidentemente que los saltos cualitativos no se dan exclusivamente si se dan acumulaciones cuantitativas de una única variable, pues los saltos pueden ser incluso de carácter externo y no solo depender de las condiciones internas de un país.1 Se conoce el estudio del desarrollo económico como la economía del desarrollo.
La política pública generalmente apunta al crecimiento continuo y sostenido económico, y la extensión de la economía nacional de modo que 'los países en vía de desarrollo' se hagan 'países desarrollados'. El proceso de desarrollo económico supone ajustes legales e institucionales que son hechos para dar incentivos para fomentar innovaciones e inversiones con el propósito de crear un eficiente sistema de producción y un sistema de distribución para los bienes y los servicios. Para entender por qué ahora solo 1/5 del mundo se considera "desarrollado" (principalmente Japón, Europa Occidental, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, y pocos más), se debe tener en cuenta que el mundo, desde el punto de vista de un país desarrollado, es un mundo de pobreza y escasez y por lo tanto es fundamental el reconocimiento de que no es que los otros 4/5 del mundo están retrasados, es más bien que el primer mundo ha tenido el "milagro" del desarrollo industrial-capitalista que se originó en Gran Bretaña hacia el fin del s. XVIII y el comienzo del s. XIX y después se difundió a otros países del Primer Mundo.
El crecimiento económico es una de las metas de toda sociedad y el mismo implica un incremento notable de los ingresos, y de la forma de vida de todos los individuos de una sociedad. Existen muchas maneras o puntos de vista desde los cuales se mide el crecimiento de una sociedad, se podría tomar como ejes de medición la inversión, las tasas de interés, el nivel de consumo, las políticas gubernamentales, o las políticas de fomento al ahorro; todas estas variables son herramientas que se utilizan para medir este crecimiento. Y este crecimiento requiere de una medición para establecer que tan lejos o que tan cerca estamos del desarrollo.
¿EDUCAR PARA INTEGRAR?
La educación debe ser concebida como una herramienta estratégica para el logro de los objetivos del proceso de integración latinoamericano, pues ha de constituir una vía expedita a través de la cual sea posible la eliminación progresiva de las barreras culturales que separan nuestros países, haciendo hincapié en sus puntos de unión.
Para que ello sea posible, se hace necesario armonizar los sistemas educativos de los países de América Latina, con especial atención a los contenidos históricos, dadas las diferencias y rivalidades que parecieran haber sido enfatizadas y alentadas a lo largo del tiempo por las historiografías oficiales de cada uno de estos países, pudiéndose citar casos específicos como el de Argentina y Venezuela, naciones que se han disputado el liderazgo en la independencia latinoamericana; o Argentina y Brasil, donde existen sentimientos de mutua xenofobia auspiciados por la Historia de ambos países (Rivas, 1998).
Por eso, a pesar de que nuestros niños y niñas, como lo advierte Bravo (1999), generalmente cantan las mismas canciones, escuchan la misma música y se visten de la misma manera, lo cierto es que existe un alto grado de desconocimiento mutuo que nos limita en cuanto a nuestras posibilidades de integración.
En este orden de ideas, los textos escolares, apenas si mencionan la integración y cuando lo hacen es para referirse, principalmente, a la integración interior, entendida como aquella que se da en los escenarios regionales de cada uno de los países (Cruz y Luna, 1999). Claro está, no decimos que un país no deba consolidarse internamente, porque la integración sería imposible entre estados desarticulados, pero por otra parte, es importante que se entienda la necesidad de transmitir una visión común de lo que es América Latina como base fundamental para el proceso de integración.
Justamente, para alcanzar esta meta, han surgido experiencias como el Convenio Andrés Bello, en materia educativa, suscrito en 1970 en el marco del Acuerdo de Cartagena, con una dimensión “…internacional, subregional, intergubernamental e integracionista…” (Álvarez de Flores, 2000:207); asimismo, los ministros de educación de la Comunidad Andina (CAN), en aras de dar cumplimiento a la Agenda Social Andina, se han puesto de acuerdo para adelantar programas y proyectos en varias áreas temáticas relacionadas con la integración propiamente dicha, entre las que se encuentran: educación para una cultura de la integración; armonización de los sistemas educativos, así como educación en fronteras (SELA, 2000).
De igual manera, en el seno del MERCOSUR, ya han venido adelantándose esfuerzos, como el Plan Trienal para el sector educativo firmado en 1992, que propone la puesta en marcha de programas fundamentales para la creación de esa conciencia social favorable de la que se hablaba, capacitando los recursos humanos y armonizando sus sistemas educativos (Rodríguez, 2000).
Por otra parte, la universidad también debe articular esfuerzos para el logro de los objetivos integracionistas, formando recursos y fomentando discusiones y debates que conduzcan a un reposicionamiento del proceso integrador, de acuerdo a las nuevas realidades que estén surgiendo y a las crecientes necesidades de desarrollo de América Latina.
En fin; estamos viviendo en la Sociedad del Riesgo (Beck, 1998) y ello significa que se están produciendo transformaciones contínuas y a veces inadvertidas para la mayoría, que nos deberían conducir a reflexionar sobre cómo la integración será parte cada vez más importante de nuestras vidas; sobre cómo nos afectará y cambiará nuestra existencia, por lo que debemos prepararnos, capacitarnos y llevar al debate público, a gran escala, una realidad que nació en los sesenta y se quedó para contribuir al engrandecimiento de los pueblos latinoamericanos.
LA INTEGRACIÓN EN LA CONCIENCIA COLECTIVA DE AMÉRICA LATINA
Aunque existe consenso sobre la importancia de la creación de valores, sistemas de creencias y simbologías comunes en todos los pueblos de América Latina (Stharinger de Caramuti, 1995; Recondo, 2000), sin que ello implique el desconocimiento de su diversidad cultural, lo cierto es que aún no hemos sido capaces de construir la llamada “Cultura de la Integración Latinoamericana”.
Cuando se habla de Cultura de la Integración, es necesario tomar en cuenta el concepto de identidad latinoamericana. Al respecto, tendríamos que preguntarnos: ¿existe una verdadera esencia de lo latinoamericano?; si la identidad es vista como un proceso de construcción histórico que descansa sobre las bases de una memoria común, entonces podríamos afirmar que América Latina tiene mucho de dónde aferrarse para construir una identidad propia.
La presencia de estos rasgos comunes han llevado a autores como Huntington, citado por Samper (2002), a caracterizar la cultura latinoamericana como parte de un subsistema autónomo que, aunque guarda similitudes con los valores del Mundo Occidental, se define a sí misma a través del nacionalismo, de la lengua española, del mestizaje, de la solidaridad social, de la religión católica, la biodiversidad y lo indígena.
Por eso promulgamos, no la homogeneización cultural del subcontinente, sino la necesidad de comprender a América Latina a través de una visión regional, que se explique a sí misma en cuanto a unidad y pluralidad (Sabsay y Bloch, 1996).
Este planteamiento nos conduce a reiterar la importancia de la educación como medio de transmisión de valores, de tal manera de afianzar la esencia de lo latinoamericano en medio de la diversidad cultural de nuestros pueblos. Sólo en la medida que nos sintamos parte de ese todo que es América Latina, podremos consolidar la integración y hacerla parte de nuestros procesos de desarrollo.
La integración de América Latina debe afincarse en los rasgos comunes que perfilan la identidad latinoamericana, creando una conciencia social favorable al proceso, por encima de las diversidades culturales de nuestros pueblos.
Para eso, la educación debe ser vista como herramienta estratégica que permita construir una visión común de lo latinoamericano, a fin de sentar las bases para el logro de los objetivos de la integración ya en curso.
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1 comentario:
MIS APRECIADOS PARTICIPANTES LES INVITO A QUE REALICEN SUS COMENTARIOS SEGÚN SUS OPINIONES. DEBEN COLOCAR NOMBRE Y APELLIDO, C.I. Y GRUPO.
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